En una soleada mañana en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV presidió la Audiencia General de los días miércoles, ante miles de peregrinos provenientes de todo el mundo. En el marco del ciclo de catequesis del Año Jubilar 2025, titulado “Jesucristo, nuestra esperanza”, el Santo Padre dedicó su reflexión al tema: “La resurrección de Cristo, respuesta a la tristeza del ser humano”.
Una esperanza que transforma el dolor
Desde el inicio de su catequesis, el Pontífice invitó a contemplar el misterio de la Resurrección como una “explosión de vida y alegría que cambió el sentido de toda la realidad”, subrayando que este acontecimiento no se manifestó con estridencia, sino con la suavidad y humildad propias del amor divino.
León XIV advirtió también sobre una de las enfermedades espirituales más extendidas de nuestro tiempo: la tristeza. Describió este estado como “invasivo y generalizado”, una sensación de precariedad interior que vacía el sentido de la vida. Ante este panorama, el Obispo de Roma propuso mirar a Cristo resucitado, “quien puede curar el corazón abatido y devolver la esperanza perdida”.
Los discípulos de Emaús: espejo del alma humana
Inspirándose en el relato de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), el Vicario de Cristo mostró cómo la tristeza puede nublar la mirada y hacernos incapaces de reconocer la presencia del Señor. “Jesús camina junto a ellos, pero no lo reconocen; la tristeza les ha oscurecido el corazón”, explicó.
El Sucesor de Pedro recordó que es precisamente el gesto sencillo del pan partido el que abre los ojos de los discípulos y los llena de alegría: “El gesto del pan partido reabre los ojos del corazón, ilumina de nuevo la vista nublada por la desesperación”, afirmó. Esa experiencia, añadió, simboliza el poder transformador del encuentro con Cristo vivo, capaz de convertir la derrota en testimonio y la desilusión en anuncio.
La alegría del Resucitado, signo de misión
“Es verdad, ¡el Señor ha resucitado!”, citó el Papa, destacando que esta afirmación resume la certeza más profunda de la fe cristiana. La victoria de la vida no es una idea ni una palabra bonita —dijo—, sino “un hecho real y concreto, sellado por las heridas gloriosas del amor”.
León XIV exhortó luego a los fieles a dejarse transformar por la luz del Resucitado, especialmente en los momentos de oscuridad personal o social. “Reconocer la Resurrección significa cambiar la mirada sobre el mundo: volver a la luz para reconocer la Verdad que nos salva”, señaló, animando a vivir cada día con el asombro de la Pascua y la confianza en que “la historia todavía tiene mucho que esperar en el bien”.
Un mensaje a los peregrinos de lengua española
Al final de la audiencia, el Santo Padre dirigió un cálido saludo a los fieles de habla hispana. “Pidamos al Señor —dijo— que sepamos reconocer su presencia en el camino de nuestra vida, especialmente en los momentos de tristeza y oscuridad, y que la alegría de la Pascua sea el distintivo de nuestro compromiso misionero.”
La audiencia concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica, en un clima de recogimiento y esperanza renovada.